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‘Los fertilizantes y el cambio climático’. Por Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria.

14 novembre, 2022

Artículo de opinión de Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria. Publicado de manera original en Nuevatribuna.es

Hace décadas que sabemos que la absoluta dependencia del actual modelo industrial de agricultura tenía los pies de barro, y esto es, se basa fundamentalmente en el consumo ingente y dramático de fertilizantes químicos, sobretodo de fertilizantes nitrogenados. Esto supone una grave amenaza para el medio ambiente como es sabido, y sino recuerden la situación en la que se encuentra el Mar Menor. Además es una de las grandes chimeneas causantes del cambio climático y, por último,, la dependencia del consumo de estos productos pone actualmente en riesgo nuestra seguridad alimentaria.

Y esto último es así, porque el mayor coste de los fertilizantes nitrogenados es el gas. Para fabricarlos hace falta una gran cantidad de energía y uso de este recurso, y ya sabemos cuál es su actual precio, resumiendo han tenido un aumento del 149% en un año, y no hace falta decir que el uso del gas debe de ser reducido lo antes posible para cumplir los acuerdos de París, y si a esto le sumamos que cada vez hay menos y que no tiene posible reemplazo, la ecuación es clara, hemos de abandonar el uso de estos productos.

Somos de los más dependientes del uso de fertilizantes. A nivel europeo, el Estado español es el país que más fertilizante fosfórico vierte en sus suelos

Y esto nos afecta mucho a nuestro país, pues somos de los más dependientes del uso de fertilizantes. Si nos fijamos en nuestro país, a nivel europeo, el Estado español es el país que más fertilizante fosfórico vierte en sus suelos, y se sitúa en 4ª posición en relación a la cantidad de fertilizante nitrogenado, detrás de Francia, Alemania y Polonia.

Frente a este callejón sin salida, la Comisión Europea reaccionó el año 2019 aprobando la estrategia “de la granja a la mesa” y cuyo objetivo es reducir las pérdidas de nutrientes en un 50 % para 2030, preservando al mismo tiempo la fertilidad del suelo. Esto debería resultar en una disminución del 20 % en el uso de fertilizantes. Objetivo este poco ambicioso y lejos de lo que demandan expertos y organizaciones que sería del 50 % y que fue además aprobada en un momento sin el actual aumento de precios.

En este momento y debido al fuerte aumento de precios de los fertilizantes, el Comisario Europeo de Agricultura acaba de comunicar esta semana que si bien se quiere mantener los objetivos de la estrategia mencionada, da la posibilidad a los estados de utilizar 450 millones de euros del Fondo de Reserva Agrícola para apoyar las pérdidas a los agricultores afectados. Esto es, traspasar dinero de los propios fondos públicos de la PAC no a la transición agraria que necesitamos sino a financiar fertilizantes.

Pero más preocupante que esta coyuntural marcha atrás en la estrategia de reducir la dependencia de estos fertilizantes, nos encontramos la posición involucionista del lobby químico y de la patronal agraria europea, que frente a esta situación defiende cosas como extender la suspensión de aranceles a todos los fertilizantes nitrogenados y fosfatados, suspender la aplicación del límite de cadmio mg/Kg para los fertilizantes fosfatados, excepción a los límites establecidos por la Directiva Europea sobre nitratos, etc.. En resumen, aprovechar a la situación para volver a lo de antes, a no asumir los cambios que la ciudadanía de Europa necesita en nuestro derecho alimentario.

La posición involucionista del lobby químico y de la patronal agraria europea, que defienden cosas como extender la suspensión de aranceles a todos los fertilizantes nitrogenados

Pero para ver lo que significa estas propuestas necesitamos algunos datos que nos muestren la magnitud de la tragedia.

La primera cosa que tenemos que saber es la gran fuente de emisión de gases en la agricultura que son los fertilizantes. Los fertilizantes son responsables de la emisión de 14,5 millones de toneladas de CO2 equivalentes. Es decir, prácticamente la mitad de las emisiones de todo el sector agrícola (el 45 %). De estas, más del 80 % son debidas a la fabricación y uso de los fertilizantes nitrogenados de síntesis que corresponden a la fabricación y el resto a su aplicación en los campos).

Y estos es así porque el mismo proceso de fabricación de fertilizantes nitrogenados emite CO2 y N2O (es decir, las emisiones de GEI son un subproducto inevitable en la producción de fertilizantes sintéticos); por otro lado, la cantidad de energía necesaria para obtenerlos es descomunal. Entonces, a las emisiones inherentes a la fabricación hay que sumarles las correspondes al CO2 que se libera a partir de la energía necesaria en la producción.

Si calculamos la energía necesaria para fabricar todo el fertilizante sintético usado en la agricultura española, vemos que se necesita la misma energía que utiliza una ciudad como Barcelona todo el año

De entre los tres tipos de fertilizantes sintéticos (nitrógeno, fósforo y potasio), el más utilizado, con diferencia, en nuestros campos y el que más energía consume, también con diferencia, en su fabricación son los fertilizantes nitrogenados. El 85 % del coste energético de los fertilizantes minerales utilizados en España se debió al uso de fertilizantes nitrogenados. Además, la producción de fertilizantes nitrogenados depende exclusivamente de fuentes de energía no renovables (especialmente gas natural). Para hacernos una idea, fabricar un kg de fertilizante nitrogenado gasta la misma energía que una televisión encendida durante un mes. Si calculamos la energía necesaria para fabricar todo el fertilizante sintético usado en la agricultura española, vemos que se necesita la misma energía que utiliza una ciudad como Barcelona todo el año o el 45 % de la que utiliza Madrid.

¿Y si hablamos de contaminación y eutrofización de nuestras aguas? Pues, según datos de la UE, un tercio de las aguas dulces del Estado español están eutróficas o hipertróficas. Pero esos datos son mucho peores si miramos el estado de los ríos, donde, según la propia información aportada por el estado a la UE42, el 100 % de ellos están en estado eutrófico.

Y con estos datos ¿qué hacemos? ¿De verdad seguimos? Habrá que ir pensando en pegar nuestras manos a según qué tractores.

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