Las ETT, actores clave en la precariedad laboral
¿Podría haber precarización laboral sin ETT?
Seguramente. Pero, sin duda, no habría llegado a los niveles actuales ni, seguramente, tampoco habría pasado tan desapercibida. Las ETT hacen el trabajo sucio a las grandes empresas. Y lo hacen en silencio y con discreción.
Veamos cómo.
El daño social afecta más a jóvenes, mujeres y migrantes como colectivos que más sufren la precariedad generada por estas empresas.
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Daños económicos, psicológicos y físicos
El aumento de la temporalidad potencia la ansiedad y la frustración de la persona precarizada, que es incapaz de planificar su futuro ante una vida inestable y en formación continua para readaptarse a un cambiante mercado de trabajo.
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El resultado final son salarios más bajos y menos derechos laborales. Existen miles de denuncias de situaciones abusivas presentadas contra las ETT, por realizar fraude salarial, de cotización a la Seguridad Social o por aplicar condiciones laborales ilegales.
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El informe realizado por la Federación Internacional de Derechos Humanos sobre las condiciones de trabajo en las plantaciones de la fresa en Huelva concluye que “los abusos de los derechos de las personas trabajadoras persisten de manera generalizada en las explotaciones”. Algunos de los aspectos más destacables detallados en el informe hacen referencia a la falta de remuneración mínima garantizada, horas extra que no se pagan o fraude a la Seguridad Social. Pero hay más.
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En nuestro informe constatamos algunos hechos: El poder cada vez más creciente de Marruecos como suministrador de los mismos productos que los del mar de plástico o la presencia cada vez mayor de productores del este europeo en los mercados centrales del continente está haciendo tambalear la posición de España en la agroexportación global.
Otro hecho es el aumento de las producciones en los invernaderos de Países Bajos o Bélgica. Un factor importante que contribuye a ello es el cambio climático.
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Esto lleva a ajustar los costes para mantener la cuota de mercado internacional. ¿Y cómo se pueden abaratar los costes? Solamente hay un factor sobre el que se puede realmente actuar: la mano de obra. La opción es clara, pagar lo menos posible por hora de trabajo.
Así se explica el arsenal de explotación laboral que hemos visto.
Por último, resaltar la existencia de una segmentación por etnia y por género: personas trabajadoras dispuestas a aceptar la precariedad. En cuanto al género, el argumento esgrimido por parte del empresariado es que las mujeres son menos conflictivas, más trabajadoras e incluso mejores para el trabajo del campo por cuestiones físicas. En definitiva, se las elige como parte de una estrategia para reducir conflictos sociales y laborales.
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